Energía limpia y renovable en el Centro León

Desde septiembre del año pasado, 1,209 paneles solares cubren el techo del Centro León, considerado uno de los museos más dinámicos e importantes del Caribe insular.

Al ocupar unos 4,800 metros de la azotea, se trata de uno de los sistemas fotovoltaicos más grandes de República Dominicana.

Se gastaron en ello 450,000 dólares pero el resultado confirma el compromiso ambiental que desde su creación asumió la institución cultural, dice a Listín Diario María Luisa Asilis, gerente ejecutiva de Sostenibilidad del Centro León.

ENERGÍA LIMPIA

Asilis apunta que desde siempre, desde su apertura en el año 2003, el Centro ha manejado la habitabilidad como uno de sus tres ejes temáticos (identidad y creatividad son los otros dos).

“Pero la habitabilidad vista desde el punto de vista de espacios habitables, de ciudadanía responsable y de cómo, como institución, nosotros podemos incidir en el sentir y el actuar de la sociedad dominicana”.


La planta fue instalada entre marzo y septiembre del 2018. Los paneles instalados son de tipo monocromático con una capacidad de 360 wp. ©José Alberto Maldonado/Listín Diario

En ese sentido, explica, muchos de los proyectos que desarrollan que tocan ese eje y el enfoque ambiental se han sostenido en el tiempo, constituyéndose en proyectos emblemáticos y sólidos para la institución.

“Sin embargo, ese compromiso con la habitabilidad quisimos hacerlo tangible al cumplir nuestros primeros 15 años con un hecho evidente: la instalación de un sistema de energía solar para la generación de energía limpia”.

Aunque la inversión fue elevada, comenta Asilis, el cálculo de retorno oscila entre los cuatro y siete años.

“O sea, en ese tiempo habremos pagado lo que nos costó y ya trabajaremos con energía que no nos cuesta”.

El propósito fue disminuir el costo energético contribuyendo a la vez con el medio ambiente al reducir los gases de efecto invernadero producto de la generación de energía sucia.


Al igual que los depósitos de obras, las áreas expositivas del museo necesitan de una climatización constante. ©Centro León

MÁS ALLÁ DEL AHORRO

La planta se puso en marcha el 18 de septiembre del 2018.

Como se genera mucha energía en momentos pico, el excedente pasa al sistema eléctrico nacional y es parte de la energía que se consume de noche. 

“Nuestro sistema inyecta la energía sobrante producida a la red eléctrica. Tenemos un  contador bidireccional: yo les transfiero y ellos me transfieren cuando yo necesito. Ese contador nos mide la energía inyectada al igual que la energía consumida”.

De esta forma, sigue Asilis, parte de la energía que se inyecta a la red el tiempo de baja producción de los paneles.

“El comportamiento histórico que hemos tenido es de una reducción en la tarifa eléctrica en el rango de un 50 %, aproximadamente. Es decir, estamos autogenerando el 50 % de la energía que gastamos”.


Ronald Marte, coordinador de servicios generales del Centro León, explica que los paneles tienen capacidad para producir un pico máximo de 350 kilovatios. ¿Vida útil? En 25 años, los paneles estarán todavía produciendo el 80% de su capacidad. Los paneles instalados son de tipo monocromático con una capacidad de 360 wp. ©José Alberto Maldonado/LD

Esto ha representado un ahorro mensual aproximado de unos 500,000 pesos mensuales.

Sí, mucho dinero. ¿Por qué invierten tanto en energía?

Por la naturaleza y características del centro cultural -explica Asilis-, que exigen un consumo energético constante.

“Tenemos un depósito de bienes culturales que acoge colecciones de fotografías, obras de arte y piezas arqueológicas de enorme valor patrimonial para República Dominicana. En ese sentido, tenemos la responsabilidad de tener las áreas climatizadas 24 horas los siete días de la semana. No podemos apagar”.

El centro también forma parte del Consejo Internacional de Museos (ICOM, en inglés) y este exige rigurosos estándares internacionales de conservación.

“Y nosotros nos ajustamos a ellos”, dice Asilis.

RESPONSABILIDAD SOCIAL

María Luisa destaca también el compromiso ambiental del Centro con el desarrollo de proyectos y programas ecológicos permanentes, entre ellos las jornadas ecoeducativas y de turismo cultural que permiten al público hacer excursiones y conocer diferentes ecosistemas junto a facilitadores y expertos en la temática tratada: humedales, agua, cuevas…

“Nos apegamos al dicho de que nadie ama lo que no conoce”, expresa.

Otro de los proyectos, “Ciudad reciclada”, involucra a los centros educativos, estudiantes, profesores y padres. Incluye talleres de concientización para los jóvenes, así como talleres de basura cero y de recolección de residuos sólidos que al final serán convertidos en una obra de arte, casi siempre un mural en las partes frontales del centro educativo que sirve como testimonio viviente del aprendizaje.

“En este programa no trabajamos solos: lo hacemos gracias a la colaboración de instituciones como la Fundación Propagás y otras”, dice Asilis.

El programa “Ecoarte en mi  comunidad”, a su vez, trabaja el cuidado del hábitat, del medio ambiente. Las actividades incluyen la creación de murales o la intervención de contenedores de basura. Generalmente se hace en parques abiertos luego de que las familias han recibido charlas educativas.



“Entiendo que el país, sobre todo a nivel corporativo, va dando los pasos para asumir un rol de responsabilidad social y ambiental cada vez más sólido y sostenible. Hay una intencionalidad y una voluntad y lo que se necesita probablemente es instituciones que sirvan de guía, de eje conductor a través de programas que incrementen el nivel de concientización para lograr una República Dominicana más consciente de la responsabilidad que tenemos para con el medio ambiente y con el medio ambiente”, sostiene Asilis.

ALGO DE HISTORIA
La decisión de instalar paneles solares responde a una inquietud del Centro que se remonta al 2013, luego de una auditoría energética que determinó que el 70 % del consumo venía de la climatización. Previo a ello, cambiaron las bombillas incandescentes por led y los sistemas de enfriamiento a ‘inverter’.

Con ese primer paso, sigue María Luisa, “teníamos ya la capacidad de ir al consejo familiar de la fundación, que es quien aprueba las grandes inversiones, y decirles que estábamos en capacidad de tomar el siguiente gran paso, que ameritaba una inversión más grande. Es cuando se toma la decisión, en el 2018, de hacer la planta fotovoltaica”.

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