Por Moisés González
La inestabilidad que vive Haití y la lluvia de versiones que han aflorado sobre la muerte del presidente Jóvenes Moise, hacen recordar la canción del exponente de la música urbana Bulín 47: “Esto no se sabe dónde vayas a parar”.
El hecho de que las potencias extranjeras y la ONU dieran la espalda al primer ministro interino de Haití, Claude Joseph, quien ha estado al frente del país desde el asesinato del presidente Jovenel Moise hace diez días, al anunciar este sábado su apoyo explícito a uno de los rivales que le disputan el poder deja mucho que pensar.
Los representantes en Haití de Naciones Unidas, de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Unión Europea y un grupo de seis embajadores, entre ellos el de Estados Unidos, expresaron su respaldo a Ariel Henry como primer ministro en un comunicado.
El posicionamiento de los embajadores del llamado Core Group a favor de uno de los tres aspirantes al poder supone un importante giro, puesto que en los días posteriores al magnicidio, tanto la ONU como Estados Unidos reconocieron la autoridad de Claude Joseph para dirigir el país caribeño hasta las próximas elecciones.
Las dudas en la sucesión de Moise surgen porque Ariel Henry fue nombrado primer ministro el pasado 5 de julio, en el último decreto firmado por Moise dos días antes de su muerte, pero este no llegó a ser investido, por lo que Joseph continuó al frente del Gobierno, con el respaldo de la Policía y del Ejército.
Pero mientras el hacha va y viene el palo descansa y la inestabilidad política en Haití es como su deforestación en Haití :Un problema creciente.
Como si se tratara de un capitulo de la serie House Of Cards, Martine Moïse, la esposa del presidente Jovenel Moïse que resultó herida en el ataque en que el mandatario fue asesinado el 7 de julio en su residencia privada, regresó el sábado a la nación caribeña tras ser dada de alta de un hospital en Miami.
No olvidemos que la noticia de su «muerte» le dio la vuelta al mundo y de repente, sorpresa, está viva. La noticia de que había quedado viva marcó el inicio de la lluvia de diferentes versiones sobre el verdadero móvil y los posibles autores intelectuales y materiales del horrendo hecho.
Su llegada no fue anunciada y sorprendió a muchos en el país de más de 11 millones de habitantes, que continúa lidiando con la inestabilidad después del asesinato de Jovenel Moïse en una incursión en que, según las autoridades, participaron haitianos, haitiano-estadounidenses y exsoldados colombianos.
Martine Moïse descendió del avión en el Aeropuerto Internacional Toussaint Louverture de Puerto Príncipe. Llevaba un vestido negro, un chaleco antibalas negro, una mascarilla negra y un cabestrillo negro en el brazo derecho al bajar lentamente los escalones de lo que parecía ser un avión privado. Fue recibida por el primer ministro interino Claude Joseph y otros funcionarios.
A principios de semana, Martine Moïse tuiteó desde el hospital en Miami que no podía creer que su esposo, Jovenel Moïse, se hubiera ido “sin decir una última palabra”.
Thank you for the team of guardian angels who helped me through this terrible time. With your gentle touch, kindness and care, I was able to hold on. Thank you! Thank you! Thank you! pic.twitter.com/wOOyj527bP
— Martine Moïse (@martinejmoise) July 15, 2021
Con el aterrizaje en Haití de Martine no solo llegó la esposa del expresidente asesinado, sino también llegó la única mujer que puede arrebatarle el poder a quienes se lo disputan con uñas, dientes y pantalones.
Con su llegada miles de mensajes han sido escritos en las redes sociales en señal de apoyo y solidaridad, reconociendo su valentía de llegar con la frente en alto al terreno de los hechos mientras muchos esperaban que se iba a exiliar para huir de la violencia.
¿Cuál es el mensaje detrás de su retorno?
Mientras se continuan barajando nombres sobre quienes fueron los responsables de la muerte del presidente haitiano, Martine Maria entra al ajedrez de los posibles futuros presidente de Haití y lleva cierta delantera, cargando con el peso emocional de ser la mujer fuerte, joven y luchadora que sobrevivió al magnicidio de su esposo ocurrido en una habitación de Puerto Principe y que le ha dado la vuelta al mundo.
En caso de que sea electa presidenta en el convulso Haití, algo que no es descartable, sería la segunda mujer en ocupar esa posición ya que Ertha Pascal-Troullot ya se sentó en esa «silla de alfileres».
Ertha Pascal-Trouillot (Puerto Príncipe, 13 de agosto de 1943) es la primera y única mujer que hasta la fecha ha ocupado el cargo de presidente de Haití, ejerciendo el cargo de presidenta provisional de Haití durante casi un año, de 1990 a 1991.
El 10 de marzo de 1990, el general Herard Abraham realizó un golpe militar para derrocar al Gobierno militar de Prosper Avril.1 Permaneció en el cargo de presidente durante tres días y luego transfirió el poder a Ertha Pascal-Trouillot (quien fungía como jefa de justicia de la Corte Suprema) en una ceremonia pública.1 Como jefa provisional de Estado, su trabajo era coordinar la transición a la democracia con el Consejo de Estado, que tenía poder de veto sobre ella.1 El Consejo de Estado estaba compuesto por 19 miembros escogidos de las principales instituciones haitianas, los partidos políticos y los movimientos de base.1 Supervisó las primeras elecciones verdaderamente democráticas en la historia de Haití el 16 de diciembre de 1990, que Jean-Bertrand Aristide ganó con el 67 % de los votos.1
El 6 de enero de 1991, Roger Lafontant, dirigente de Tonton Macoute bajo la dirección de Jean-Claude Duvalier, derrocó a la presidenta provisional Ertha Pascal-Trouillot y se declaró presidente. Sin embargo, después de que miles de partidarios de Aristide llenaron las calles en protesta y Lafontant declaró la ley marcial, el ejército (todavía conducido por el general Abraham) lo derrocó y volvió a instalar a Pascal-Trouillot, en un intento de elevar la popularidad de Pascal-Trouillot.2
En febrero de 1991, Pascal-Trouillot traspasó el cargo de presidente a Jean-Bertrand Aristide. Aristide hizo arrestar a Pascal-Trouillot bajo cargos de complicidad en el intento de golpe de Estado de enero. Fue liberada al día siguiente a pedido del embajador estadounidense en Puerto Príncipe, quien exigió que se levantara la prohibición de su salida del país. Pascal-Trouillot abandonó el país, pero volvió más de un año después. Desde entonces, ha vivido lejos de la política y actualmente está trabajando en la redacción de volúmenes de la Enciclopedia biográfica de Haití.
Lo único que se sabe con certeza de la crisis que vive Haití es que Martine no regresó a Haití solo para llorar a su esposo, todo luce indicar que podrá ser el as bajo la manga de algunos integrantes de la comunidad internacional que entienden al igual que Melinda Gates, que hay que empoderar a las mujeres para transformar el mundo y que cuando levantamos mujeres levantamos la humanidad.