Chica, de 12 a 18 años, víctima de bullying u otros tipos de acoso, privada de sus actividades extraescolares habituales. Este es el perfil que ha engrosado el último año las cifras de las tentativas de suicidio en Catalunya: entre septiembre del 2020 y marzo del 2021, esta estadística creció un 200%. En este periodo se produjeron alrededor de un centenar de casos al mes en ese perfil de jóvenes, cuando habitualmente se situaban entre 40 y 50, según datos de Diego Palao, director de salud mental del hospital Parc Taulí de Sabadell y profesor de Psiquiatría en la Universitat Autònoma de Barcelona. En los chicos de esa edad hubo un incremento leve.
Estas cifras contribuyen en buena medida a que las globales de suicidio, entre tentativas y consumados, hayan crecido un 83,82% de julio del 2020 a julio del 2021, según datos de la Conselleria de Salut que no se han hecho públicos. También crecieron las consultas por trastornos de ansiedad: un 28,64% en ese mismo periodo, aunque con picos en los meses de abril, mayo y junio del 2020, que llegaron a doblar las cifras habituales en alguno de ellos.
El fuerte incremento de casos llegados a urgencias se dio entre septiembre del 2020 y marzo del 2021
“Ese incremento del 200% se mantiene entre septiembre del 2020 y marzo, pero observamos una pausa en el mes de diciembre”, detalla Palao. “Hablamos de los casos que llegan a urgencias, y lo normal es que lleguen, pero podrían ser más”, prosigue. “Son datos que todavía no se han estudiado científicamente. Tenemos hipótesis en base a lo que nos explican las chicas. En algún caso concreto se produce en jóvenes muy estudiosas y autoexigentes, normalmente cargadas de actividades extraescolares, cuya vida se reduce a partir de cierto momento a ir de casa al colegio y viceversa, con la exigencia escolar y en algunos casos algún tipo de acoso, pero sin las extraescolares, a causa de la pandemia”, analiza Palao.
En el mismo sentido, Anna Plaza, psiquiatra y coordinadora del programa de intervención en crisis y prevención del suicidio del Centre Psicoteràpia Barcelona, abunda que “las consecuencias de estos factores de estrés entre los niños y jóvenes de comunidades racial y étnicamente minoritarias y de bajos ingresos pueden ser especialmente graves. El cierre en el primer tiempo de pandemia de instituciones educativas a todos los niveles contribuyó a debilitar los factores de protección, incluidas las rutinas diarias y las interacciones sociales que ayudan a mantener una buena salud mental. El cierre de escuelas tuvo implicaciones significativas para la salud mental de los jóvenes, porque sirven como punto principal de acceso a los servicios de salud mental para muchos jóvenes, y los profesores están bien situados para identificar los primeros síntomas de problemas, como el absentismo, la falta de concentración o los cambios de comportamiento”.
En España, los suicidios venían decreciendo, según datos de Thais Tiana, psicóloga del programa de prevención del suicidio y del de atención al superviviente del hospital de Sant Pau. Al inicio de la pandemia, en marzo del 2020, los datos de suicidio menguaron en Catalunya, en España y en el resto del mundo, según un estudio que publicó The Lancet –explica Palao– porque funcionó en cierto modo el dique familiar.
Pero la convivencia familiar obligada e intensa puede ser un factor en contra. “Hay familias tóxicas en las que el enfermo mental se siente una carga, y la salud emocional ha quedado arrinconada durante meses”, apunta Tiana.
“La pandemia también ha causado una exacerbación de los conflictos familiares que es un desencadenante del suicidio infantil, también se ha incrementado la violencia doméstica, de la que muchos niños son espectadores, y se han incrementado los abusos a la infancia”, suma Plaza
¿Qué hacer? Para Tiana, es esencial que se apueste por la terapia más que por la medicación. “En edades tan jóvenes empezar a medicar no soluciona nada, no puedes atiborrar a un joven de antipsicóticos para evitar que se suicide, porque eso le impedirá relacionarse, ver a los amigos, estudiar o hacer deporte. El problema persistirá”. “Debemos hacer los análisis correctos del coste/beneficio: es mucho más caro un ingreso que una terapia”, añade.
Palao, Tiana y Plaza coinciden al definir esta época como “la tormenta perfecta” contra la salud mental. Aislamiento, acceso más difícil a recursos sanitarios, impacto económico, incertidumbres de futuro… Todo esto “son, por ellos mismos, factores de riesgo porque desencadenan depresión, ansiedad y un incremento del uso de sustancias ”, expone Plaza. “Se podría sumar –añade– el constante flujo de noticias, que a menudo puede ser abrumador y que puede tener implicaciones sobre la salud mental”.https://b894b5c2b639a699fbacd7e771e678ec.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html?n=0
“Otra cosa que tenemos que tratar es la información que transmitimos sobre la salud mental”, interviene Palao, “porque se asocia a anomalía o debilidad y no es una enfermedad como cualquier otra, pero la gente no llega a pedir atención porque no lo identifica como un problema”.
Catalunya dispone desde el 2015 del Codi Risc Suïcidi (CRS), un programa especializado tanto para el pre como para el postsuicidio. Establece la obligación de visitar al superviviente de un intento antes de 72 horas si es menor y antes de una semana si es adulto. Antes, se visitaba al 20% de los supervivientes, hoy es el 90%. No es un dato neutro, porque entre un 15% y un 20% lo reintenta. Un intento multiplica por 16 las posibilidades de volverlo a intentar.
Además, está a punto de aprobarse el Pla de Prevenció del Suïcidi 2021-2025, que prevé sumar 150 psicólogos a los centros de atención primaria, con 80 millones de euros más para salud mental, así como 52 equipos para intervención domiciliaria y 10 equipo especializados en jóvenes.
Fuente: Lavanguardia.com