El vicepresidente de la Comisión Europea (CE), Margaritis Schinas, dijo que esperaba que el flujo ilegal de migrantes en los limites orientales de la Unión Europea (UE) sirva como catalizador de unas reglas comunes de ese continente para la migración, un tema que divide al bloque desde la llegada crisis de refugiados de 2015, en la que la mayoría de los Estados miembros cerraron sus fronteras tras la llegada de alrededor de un millón de personas.
De viaje en Lituania, donde se registra un importante aumento de ingresos irregulares al territorio desde Bielorrusia, el griego Schinas dijo a la prensa: «La situación aquí es otro mensaje para nosotros en la UE de que ahora es el momento de pasar a un marco europeo más previsible y más completo para la política migratoria», informó la agencia de noticias AFP.
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«Este es el momento político de pasar de una operación de lucha contra el incendio a una operación de arquitectura», añadió.
La CE propuso un nuevo pacto de migración y asilo en 2020 para establecer una política común sobre estos temas que vienen dividiendo al bloque desde 2015, pero las negociaciones se estancaron por la pandemia de Covid-19.
Actualmente, los líderes de los países miembros del bloque están cada vez más preocupados por la posible llegada masiva de inmigrantes procedentes de Afganistán, donde los talibanes se hicieron con el poder a mediados de agosto y decenas de miles de personas piden ser evacuadas.
En Lituania, la migración de personas sin papeles se disparó este año: ya se detectaron más de 4.100 personas en la frontera, frente a solo 81 en todo el 2020.
La UE acusó al presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, de haber planificado estos flujos de migrantes hacia Lituania, Polonia y Letonia, en represalia por las sanciones que el bloque impuso a su país por la represión de la oposición tras las protestas desatadas por los resultados de las elecciones presidenciales, en las que el mandatario fue reelecto con un muy amplio margen.
El reciente triunfo talibán en Afganistán y la caótica evacuación de afganos y extranjeros del país asiático encendió las alarmas en Europa, que por cercanía geográfica y motivos geopolíticos será una de las áreas que más sienta el impacto migratorio en los próximos meses, luego de los países vecinos.
Si bien en 2105, durante la crisis humanitaria provocada por la guerra siria y la llegada masiva de refugiados, Europa redujo las siempre duras restricciones y recibió a más de 1,5 millones de inmigrantes sirios, luego selló sus fronteras y desde entonces, en estos casi seis años, la sensibilidad europea en relación al tema cambió drásticamente.
Cuando el bloque advirtió que no podía acoger más migrantes, firmó un pacto con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan que estipuló que Turquía retuviera a todos los migrantes y refugiados provenientes de Siria, por lo que Ankara recibió a cambió 6.000 millones de euros y facilidades para los ciudadanos turcos que aplicaban para obtener la visa.
Pero esa medida o acuerdos similares con Libia para frenar la llegada de migrantes y refugiados desde África no lograron frenar lo que terminó siendo un punto de inflexión para Europa: la avanzada de la ultraderecha y los partidos políticos anti-inmigración en toda Europa.
La Liga de Salvini en Italia llegó al Gobierno gracias a su propuesta de cerrar los puertos, mientras en España Vox pudo emerger gracias a sus posiciones sobre la inmigración y en Reino Unido el tema de la inmigración fue decisivo para la votación del Brexit.
En las últimas semanas varios Gobiernos del este de Europa levantaron muros entre ellos y los países extra-UE, como en Hungría y Croacia pero también Polonia que, unos días atrás, había anunciado la intención de construir un muro en la frontera con Bielorrusia.
En los próximos meses, por otra parte, habrá elecciones nacionales en Francia y Alemania, y los Gobiernos tendrán sobre la mesa el tema migratorio y el peso que éste puede tener en los comicios.