La semilla de la economía circular no solo está ya sembrada en las industrias españolas, sino que está germinando y arrojando sus primeros frutos. El 2,06% de los empleos en España ya está relacionado con este modelo productivo. Una cifra que coloca al país por encima de la media europea del 1,76%, según datos de Eurostat de 2019. Este giro en los procesos de producción crea una baza de oportunidades para los negocios y mercados de cada rincón del país, mientras se convierte en la punta de lanza de un cambio necesario para la sostenibilidad ambiental.
Según un estudio publicado por la Fundación Ellen MacArthur, un referente mundial para la transición a modelos productivos sostenibles, las energías renovables pueden reducir un 55% las emisiones de gases causantes del efecto invernadero de cara a cumplir con los objetivos climáticos de la ONU. En paralelo, el cambio hacia la economía circular de las industrias facilita la reducción del 45% restante de las emisiones.
Los números detrás del cambio
El modelo que reutiliza y aprovecha los residuos materiales de los productos una vez que han terminado su vida útil se aplica ya en toda España. Por ejemplo, en Cataluña, el número de empresas dedicadas a la economía circular aumentó un 60% entre 2015 y 2019, hasta llegar a las 626, lo que aporta un 4,6% del PIB de la comunidad autónoma y genera 33.000 empleos.
En Aragón, más de 1.500 empresas vinculadas a este modelo contribuyen al 2% de su PIB y producen un 2,6% del empleo. En el País Vasco, la economía circular crea 18.463 puestos de trabajo y aporta el 1,12% de su PIB. Según un informe de Pacto Mundial, una iniciativa de Naciones Unidas, el 43% de las empresas españolas ha impulsado procesos de economía circular
Maite Ardevol, que lidera el equipo de Economía Circular de Acció, la agencia pública para la competitividad de la empresa catalana, explica que la facturación agregada de empresas con este modelo productivo se ha triplicado en los últimos cinco años en Cataluña. “No solo se trata de mantener los recursos por más tiempo, sino que la oportunidad de negocio radica en aumentar su valor después de un ciclo de uso”.
Innovación con propósito circular
Perseo Biotechnology, una empresa creada por Repsol y la metalúrgica IMECAL, ha desarrollado una tecnología innovadora e importante para el manejo de residuo en las ciudades. Su proceso bioquímico logra transformar residuos sólidos urbanos como restos de comida, pañales o toallitas en bioetanol. Esta transformación va más allá de reciclar un desecho, logra convertirlo en una materia prima con la que producir bioplásticos o biocombustibles avanzados, también llamados de segunda generación, que provienen de residuos orgánicos de diferentes actividades e industrias.
La compañía está investigando para que cada vez más residuos orgánicos puedan usarse para fabricar biocombustibles, que reducen hasta en un 90% las emisiones de CO₂ y se consolidan como una solución para la descarbonización del transporte, especialmente el de larga distancia. La empresa ha desarrollado un proceso patentado cuya tecnología puede ser instalada en industrias que cuenten con residuos similares a los desechos urbanos de procedencia orgánica
Con este fin, tiene una planta modelo en L’Alcúdia (Valencia) en la que, en función de las necesidades del cliente, proyectan la ingeniería del proceso, lo escalan y se aseguran de que el equipamiento y el diseño sean los adecuados. Caterina Coll, consejera delegada de la empresa, explica que se trata de “un modelo de negocio llave en mano. Una vez realizadas las pruebas y desarrollados los procesos, implantamos la tecnología en casa del cliente”.
Otro ejemplo de innovación para la circularidad es la consultora SEN Innova, que nació hace cuatro años en Alicante, y cuenta con una red de colaboradores que trabajan con instituciones tecnológicas, universidades y pymes de la zona de sectores del plástico, la construcción y la moda. Han asesorado a fábricas de calzado de Elda y Elche para que los residuos de cuero que genera una le puedan servir a la otra como materia prima. El ecodiseño de los productos es una de las claves a la hora de hacer circular un proceso de fabricación. “Algunas empresas aceptan zapatos viejos de su marca. Se tienen que haber diseñado para que se puedan separar sus componentes y volver a utilizarse”, explica Claudio Sonsini, director de operaciones de la consultora.
A este proceso de descomposición o deconstrucción de piezas o elementos para reutilizarlos se dedica el Centro Europeo de Reciclaje Fotovoltaico (Cerfo), una empresa creada en Andorra (Teruel) con el impulso de la oficina autonómica Aragón Circular. El centro tiene la misión de tratar de forma correcta las placas solares cuando termina su vida útil – que dura entre 20 y 30 años– o aquellas que se rompen en la fabricación o al instalarse. En el último año, han investigado cómo recuperar el material presente en los paneles fotovoltaicos (vidrio, cobre, aluminio, plata y silicio), buscando soluciones para convertir todos los elementos en materias primas. Gracias a esta investigación, Cerfo se convertirá en la primera planta europea de valorización completa de los componentes de un panel solar, llegando a recuperar un 91% del total.
Jesús Alijarde, director general de Ibersyd, una consultora de sostenibilidad a la que pertenece Cerfo, cifra entre un 0,5% y un 1% las placas solares que se deterioran en el montaje o en la fábrica. “Muy pocos paneles han llegado al final de su ciclo de vida útil todavía. Pero se están instalando muchos que en algún momento habrá que tratar como residuos”, asegura. Este economista afirma además que esta es una manera de dejar de depender de terceros países para la obtención de vidrio, aluminio o silicio. Asimismo, calcula que cuando la planta esté operativa en 2024 se generarán de 14 a 17 empleos en una zona despoblada de Aragón.
La economía circular será una cuestión clave para la evolución de todos los sectores económicos. Miguel Luis Lapeña, responsable de la estrategia Aragón Circular, lo explica así: “Los que no adopten la circularidad irán saliendo de la autopista hasta quedarse parados en el arcén”. El experto señala también un nuevo elemento que se sumará a la cadena de valor de los productos: las etiquetas de ecodiseño. La oficina de la que es responsable ha creado la etiqueta Aragón Circular, que distingue por un plazo de dos años a entidades con buenas prácticas en este campo. Al menos un centenar de empresas ya han realizado los trámites para obtenerlo, en un giro que cambia cada día no solo modelos productivos, sino también culturas empresariales que ven en la innovación y en la circularidad una oportunidad de crecimiento.