Seis de la mañana en el norte de Alemania. Comienza la jornada laboral en esta empresa de pintura. Tras la primera reunión del día, el trabajo se reparte. Hace un año que se introdujeron aquí horarios de trabajo flexibles, incluida la semana de cuatro días. El objetivo: atraer a nuevos empleados.
«Nos organizamos para trabajar de lunes a jueves y eso tiene mucha aceptación. Es como tener un puente de fin de semana. Muchos dicen que se sienten como unas minivacaciones. La productividad ha aumentado. Los viernes nunca fueron muy productivos, yo misma me daba cuenta de que a partir de las 11 de la mañana la productividad disminuía y todos estaban ya pensando en el fin de semana. El ambiente de trabajo ha cambiado para mejor», asegura Jessica Hansen, propietaria de «Die Malerin».
Y han conseguido atraer más personal. Rosalie Flink es una de las nuevas empleadas. Quiere quedarse después de sus prácticas y ya sabe qué día le gustaría tener libre. «Yo creo que, en realidad, preferiría tener libre los lunes. No me gustan mucho los lunes».
Fue necesario reorganizar toda la oficina para hacer posible la semana laboral de 4 días. Sobre todo, ser más efectivos. Y para lograrlo tuvieron que ponerse al día con ayuda de la nueva tecnología. Comenta Jessica Hansen quien también explica cómo hacen uso de la tecnología para simplificar sus labores. «Hace un año que nos digitalizamos. Todos usan iPads. Los materiales se piden a través del dispositivo. Implica un poco más de trabajo pero desde que lo hago así, estamos mucho mejor organizados».
Para sus trabajadores volver al horario semanal de 5 días es ahora inimaginable.