¿Necesitan los países de una moneda digital?

En los Juegos Olímpicos de Invierno, China compitió por algo más que medallas: luchó por el futuro del dinero. Aunque los visitantes podían pagar con Visa o efectivo, también podían escanear un código de barras y pagar con el “e-CNY”, o yuan electrónico, una de los únicas monedas digitales emitidas por el Banco Central de una economía importante.

Para muchos consumidores, pagar con un teléfono puede parecer algo común. Sin embargo, para legisladores de todo el mundo y algunos Bancos Centrales, este ensayo chino parece una primera victoria en lo que algunos llaman una carrera espacial digital para crear una versión electrónica de los billetes.

Los expertos afirman que la moneda digital podría dar a las autoridades chinas un acervo de información sobre transacciones en tiempo real, y medios para expandir sus métodos de vigilancia a través del acceso directo a las billeteras digitales de sus ciudadanos. Y aunque el yuan digital aún está en sus primeras etapas (las transacciones al término de 2021 totalizaron el equivalente a 14 mil millones de dólares), establecer estándares para el efectivo digital podría ser una forma en la que China muestre su poder geopolítico. “El Banco Popular de China está tratando de facilitar un nuevo orden para los pagos mundiales”, dice Yaya Fanusie, investigador del Center for a New American Security, un grupo de expertos centrado en asuntos exteriores y defensa nacional.

En Estados Unidos, una combinación de ansiedad por China, y de entusiasmo por las posibilidades de las monedas digitales, ha despertado el interés de los legisladores de ambos partidos. La Reserva Federal también está estudiando la idea. Si bien la diferencia entre usar moneda electrónica y, por ejemplo, Apple Pay o Zelle, es sutil; una moneda digital emitida por un Banco Central (CBDC, como se abrevia en inglés) sería algo bastante nuevo.

Gran parte del dinero que manejamos nunca llega a existir como billete, pero es parte de la compleja red de crédito del sistema bancario (el dinero en tu cuenta corriente literalmente es un préstamo que le haces a tu banco). Una CBDC se parece más a su contraparte en papel. Dependiendo de la tecnología, podría ser un token electrónico o una cuenta respaldada por el Banco Central, por lo que no habría motivo para preocuparse por la quiebra del banco o necesitar un seguro de depósito. En teoría, podríamos recibir, guardar y transferir una CBDC sin tener una cuenta bancaria, eliminando intermediarios.

La CBDC podría ser más barata que acuñar monedas físicas o imprimir billetes y debería ser más difícil de falsificar. Los defensores de la moneda digital creen que una CBDC también podría ser más rápida y económica de transferir, en particular para los pagos internacionales. El demócrata Sherrod Brown, quien preside la Comisión Bancaria del Senado, ha dicho que una CBDC podría proporcionar acceso a pagos digitales a los estadounidenses desatendidos por los bancos tradicionales.

¿Cómo habrían funcionado las CBDC durante la pandemia? En lugar de que los pagos de estímulo de mil 400 dólares tardaran semanas en llegar a una cuenta bancaria mediante depósito directo, o más para quienes recibieron cheques o tarjetas de débito por correo, un dólar virtual podría aparecer en la billetera digital de un consumidor en horas, explica Josh Lipsky, al frente del Centro Geoeconómico del Atlantic Council. “Es una forma más rápida, económica y segura de transferir dinero entre personas y entre el Gobierno y los ciudadanos”, apunta.

También, claro, existe cierto temor a quedarse atrás: si Estados Unidos no ofrece una moneda digital propia, quizás la gente comience a sentirse más cómoda con las alternativas al dólar. Pocas monedas pueden igualar las ventajas que tiene el dólar, desde la estable economía del país hasta sus profundos mercados de capital. Pero la proliferación de CBDC de otros países podría algún día facilitar el envío de dinero a través de las fronteras sin tocar el sistema bancario estadounidense y potencialmente verse afectado por las sanciones de Estados Unidos. Y luego están todas las criptomonedas privadas que las personas ya usan, lo que podría dificultar que los bancos centrales establezcan políticas y garanticen la estabilidad financiera si se adoptaran más ampliamente.

Con todo, algunos Bancos Centrales se han mostrado escépticos. En 2019, muchos gobiernos prácticamente rechazaron avanzar con sus propias CBDC. En mayo de ese año, el Consejo de Estabilidad Financiera, una entidad internacional que ayuda a coordinar la política financiera de las economías más grandes del mundo, publicó un informe que decía que los Bancos Centrales habían identificado los riesgos de crear una CBDC, pero no beneficios.

El informe también señalaba que las monedas digitales en general no eran una amenaza para la estabilidad financiera. “La conclusión de esa revisión fue que simplemente no eran importantes”, dice Randal Quarles, quien presidía el Consejo en ese momento.

Menos de dos meses después, un consorcio de empresas tecnológicas, entre ellas Facebook, y sistemas de pago como PayPal y Visa, anunciaron que estaban desarrollando una moneda digital llamada Libra. Poco después, el Gobierno chino expresó que aceleraría sus esfuerzos para desarrollar su moneda digital. Los dos anuncios golpearon como un trueno al Congreso estadounidense y a los responsables de formular las políticas financieras en todo el orbe. “De repente, los bancos centrales y los Ministerios de

Finanzas del mundo perdieron la cabeza y dijeron: ‘Tenemos que tomar la delantera, tenemos que ser los que emitan monedas digitales de Banco Central’”, dice Quarles.

El proyecto Libra, rebautizado como Diem, se topó casi de inmediato con una muralla regulatoria y sus líderes informaron este enero que el proyecto se cerraba. Pero su impacto pervive. Según el Atlantic Council, para diciembre, 87 naciones estaban explorando una CBDC; 14 en etapa piloto (incluida China) y nueve ya la lanzaron oficialmente (incluida Nigeria).

En enero, la Reserva Federal publicó un documento de debate que describe algunos riesgos y ventajas que identificó en una CBDC. En el lado positivo, el Banco Central dijo que un dólar digital podría acelerar los pagos transfronterizos y facilitar el uso del dólar en nuevas tecnologías. Por otro lado, la Fed dijo que la opción de tener una moneda digital segura podría drenar el dinero de los bancos y aumentar el costo del crédito; este riesgo podría controlarse limitando la cantidad de dólares digitales que los usuarios pueden tener o si el banco central no paga intereses por ellos, por lo que las personas aún tendrían un incentivo para usar cuentas bancarias convencionales.

La Fed también indicó que sería mejor si las personas accedieran a dólares digitales a través de intermediarios privados, como empresas que ofrecen monederos electrónicos. Quienes se oponen a la idea de un dólar digital están tratando de ralentizarlo o incluso matarlo. La asociación de bancos Bank Policy Institute describió la posibilidad de una CBDC como “el cambio de política para nuestra sociedad de mayor envergadura que cualquier legislación que se recuerde”. Pero los bancos pueden encontrar un insospechado aliado en la industria de las criptomonedas. En lugar de un dólar digital oficial, empresas privadas como Circle Internet Financial Ltd. han creado sus propias versiones, llamadas stablecoins o monedas estables, que tienen más de 179 mil millones de dólares en circulación y se supone que están respaldadas por activos denominados en dólares mantenidos en reserva.

Aunque las stablecoins se utilizan en gran medida para especular con otras criptomonedas, los ejecutivos de la industria aspiran a que se utilicen en los pagos cotidianos. Al igual que lo haría una CBDC, las monedas estables ya compiten con los bancos por los depósitos, aunque no pueden ofrecer nada parecido a la seguridad del respaldo del Banco Central. De hecho, a los reguladores del sector financiero les preocupa su vulnerabilidad y han instado al Congreso a aprobar leyes que las regulen.

Una moneda digital emitida por el Banco Central de EU podría ser un fuerte rival para las stablecoins. Por eso las empresas que ya emiten criptomonedas estables privadas se oponen a un dólar digital oficial. “La gente a menudo discute si debería desarrollarse, pero ya existe, son las monedas estables”, dijo el CEO de Circle, Jeremy Allaire, en un podcast en enero.

Fuente: ElFinanciero.com.mx

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