La deforestación de la Amazonía se agravó en julio en Brasil, donde se produjo un aumento del 278 % en relación al mismo mes de 2018, en un momento en el que el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro insiste en explotar económicamente el considerado pulmón del planeta.
De acuerdo con la proyección del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (Inpe), que capta datos mensuales a través de un sistema de alertas de alteraciones en la cobertura forestal de la Amazonía, las deforestación pasó de 596,6 kilómetros cuadrados en julio de 2018, a 2,254,8 kilómetros cuadrados en el mismo mes de este año.
A pesar de las alertas que evidencian el incremento de la deforestación en el pulmón del mundo, el gobierno del líder de la ultraderecha brasileña insiste en explotar las selvas amazónicas al avalar la legalización de la minería artesanal ilegal, incluso en reservas indígenas, y promoviendo la construcción de hidroeléctricas.
Como si fuera poco, el fomento a la explotación de petróleo en la desembocadura del río Amazonas también entró en la baraja con el respaldo del ministro de infraestructura de Bolsonaro, Tarcísio de Freitas.
«¿Por qué no podemos explotar el petróleo en la desembocadura del Amazonas si Guyana, al lado, está explotando?», preguntó el ministro durante una cena en la noche del martes organizada por el periódico digital 360, tras criticar la demora de las autoridades ambientales para permitir la extracción de petróleo.
En diciembre del año pasado, el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Ibama) rechazó la licencia solicitada por de la petrolera francesa Total para explotar la región, argumentando que cualquier fuga podría afectar la biodiversidad marina y los arrecifes.
«Estamos condenando parcelas de nuestra sociedad a la pobreza, al subdesarrollo», señaló Freitas, quien dijo que «el pozo de petróleo solo va a generar riqueza para el brasileño si es explotado».
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Desde su campaña para las elecciones del pasado octubre, Bolsonaro se ha mostrado favorable de una mayor flexibilización de las políticas ambientales brasileñas y sus controvertidos posicionamientos han causado polémica en la comunidad internacional.
El ultraderechista, quien insiste en que la explotación de las tierras del Amazonas será controlada, se niega a aceptar los datos que muestran un creciente aumento de la tala en el pulmón del mundo al considerar que han sido manipulados.
Cuando recientemente el Inpe informó que en Brasil la deforestación había aumentado un 88 % en junio, respecto al mismo mes de 2018, Bolsonaro cuestionó los datos del instituto y señaló que de ser eso cierto, «la Amazonía ya se habría extinguido».
Posteriormente, despidió al director de la entidad por considerar que actuaba «al servicio de alguna ONG» y lo reemplazó interinamente con un oficial de la Fuerza Aérea.
Según Bolsonaro, los datos divulgados por el Inpe eran falsos y, a su juicio, fueron divulgados de mala fe por funcionarios públicos con intereses políticos, con la intención de perjudicar tanto a Brasil como a su Gobierno.
Los informes sobre deforestación, sin embargo, están a disposición de cualquier usuario a través del Sistema de Detección de Deforestación de la Amazonía Legal en Tiempo Real (Deter) del Inpe.
No obstante, el mandatario brasileño, quien este martes evitó pronunciarse sobre las nuevas cifras de la deforestación en Brasil, señaló que los datos oficiales sobre deforestación pasarán primero por sus manos antes de ser divulgados.
«Él (refiriéndose al nuevo director) me presentará los números que son alarmantes y va a preparar (un informe) para que yo responda. Eso tiene reflejo en todo el mundo», dijo Bolsonaro a la prensa.
«Los números que salen de Inpe tienen que ser números precisos. No se pueden calcular áreas superpuestas ni áreas que pueden ser deforestadas legalmente pueden quedar como si se tratara de algo ilegal», agregó.