La relación entre el presidente de los Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, y las compañías de tecnología no es la más positiva. Su gobierno lanzó en mayo un formulario para que el público denunciara a redes sociales y otras plataformas por presuntas violaciones a la libertad de expresión. Asimismo, más de una marca ha visto afectado su proceso de negocio por las declaraciones del ex-magnate.
Pero la víctima más reciente es Google. En varios tweets, el presidente norteamericano advirtió a la marca que estará vigilando muy de cerca su actividad durante los próximos meses. Señaló que la empresa, en el anterior proceso electoral, amplificó las noticias negativas en su contra. Asimismo, acusó a la compañía de presuntamente despedir a uno de sus ingenieros por su postura política conservadora. Calificó todas estas presuntas actividades como “muy ilegales”.
@sundarpichai of Google was in the Oval Office working very hard to explain how much he liked me, what a great job the Administration is doing, that Google was not involved with China’s military, that they didn’t help Crooked Hillary over me in the 2016 Election, and that they…
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) August 6, 2019
….in 2020.” Lou Dobbs stated that this is a fraud on the American public. @peterschweizerstated with certainty that they suppressed negative stories on Hillary Clinton, and boosted negative stories on Donald Ttump. All very illegal. We are watching Google very closely!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) August 6, 2019
Desventajas de que una marca se involucre en política
Varias plataformas de tecnología han modificado sus modelos de negocio y procesos para alejarse del entorno político. Facebook, en abril, presentó un plan para blindar los procesos electorales de la Unión Europea, con casi nulos resultados. La misma Twitter prometió en junio crear una etiqueta especial para contenidos controversiales emitidos por funcionarios y jefes de estado. También más de una marca se ha metido de lleno en estos temas.
Para varios agentes del entorno, cualquier marca debería involucrarse en política. Sprout Social apunta que los consumidores desean que las compañías tomen partido en temas sociales relevantes, incluida la gestión del país. Axios apunta que, además, el público ya tiene una visión clara de qué alineación tiene cada marca, no importa de si participa en el debate o no. Además, según iMPACT, estas percepciones influyen en el comportamiento de compra.
Sin embargo, casos como este ponen en duda si es conveniente que una marca se involucre en política. Claro, siempre queda la opción de tener un acercamiento mucho más neutral al tema. Al mismo tiempo, si las compañías van a ser muy grises cuando hablen de estos eventos o implementen reglas internas, ¿cuál es el punto de participar en lo absoluto? Parece que las opciones son solo entrar de lleno al debate o evitarlo por completo.