Jordi Llabrés es profesor de Psicología en la Universitat de les Illes Balears (UIB), donde también es vicerrector de Innovación y Relaciones Institucionales, e investiga sobre los trastornos de la ansiedad. Hace unos años estaba más centrado en las fobias y, más en concreto, en el miedo a volar. Ahora analiza el fenómeno que se está produciendo en los supermercados relacionado con la crisis del coronavirus.
El comportamiento que estamos viendo estos días, ¿es normal?
No es un comportamiento normal, pero es lo normal, lo que suele pasar cuando hay una amenaza importante. Una posible amenaza, porque lo más importante de una amenaza no es tanto lo objetivamente amenaza que es sino tu interpretación. Igual que con una rata.
¿Perdón?
Hay personas a las que les da mucho miedo y otras que nada. Cuando una amenaza es tan grande, el miedo se contagia y se dan comportamientos de tipo fobia. Cuando tenemos miedo hay dos reacciones, fly and fight (huir y atacar). Cuando hay una amenaza como el coronavirus lo que nos da miedo es la incertidumbre. Por un lado nos dicen que es poco letal y, por otro, que se contagia mucho. Entonces se dan comportamientos como ir al súper y comprar comida por si un día hay una guerra. Es un comportamiento básico, igual que quedarse quieto.
¿El miedo es algo atávico?
Sí, los miedos están en las estructuras más antiguas del cerebro, reptilianas, dicen algunos. A veces los podemos controlar poniendo en marcha otras estructuras del cerebro que nos hacen razonar. La gripe normal, por ejemplo, como la podemos explicar, sabemos que cada cierto tiempo la pasamos y tenemos tratamientos farmacológicos, no le tenemos tanto miedo. De hecho, lo que pasa es que le tenemos tan poco que ni nos vacunamos aunque esa gripe produce muchas enfermedades. Esto está pasando ahora con los jóvenes. Como no tienen miedo es más complicado que adopten medidas de seguridad. Por eso son un gran vector de propagación.
¿Dónde está el límite entre un miedo útil que te ayuda a ser prudente y un miedo peligroso que te paraliza?
Buena pregunta. El miedo es adaptativo. Es mucho más peligroso no tener miedo a nada que tenérselo a todo. Los niños que no tienen miedo a nada son los que siempre se hacen daño. Lo mejor es tener un poco de miedo. El secreto es encontrar el punto en que hay que dejar de tenerlo. Hablar en público es algo que teme mucha gente, y para ello es importante tener un poquito de miedo, que te dé respeto porque eso te hace estar más activo. A mis alumnos les digo que a los exámenes deben venir un poco nerviosos, si no, probablemente les saldrá mal.
Pero…
Pero si estás muy nervioso, con mucho miedo y mucha ansiedad, la ejecución será peor. Cuanto más se acerca tu miedo subjetivo al objetivo, menos problemas hay. Tenérselo a un león está bien, es objetivo. Temer a un ratón no es objetivo. Si tengo miedo cuando estoy cruzando una carretera y está a punto de embestirme un camión conviene tener miedo: mi corazón latirá más deprisa, tendré más dilatación pupilar y eso hará que dé un salto más grande y me pueda salvar. Esa misma ansiedad en un atasco de tráfico, en cambio, será un problema.
¿Cómo combatimos el miedo?
Racionalizándolo, tratando de tener toda la información disponible, aunque esto no siempre es suficiente. Durante muchos años trabajamos con personas con miedo a volar. En las islas es un problema grave porque hay gente que no acepta un ascenso porque implica ir regularmente fuera. Les dabas toda la información aeronáutica de la que disponías y a pesar de eso seguían teniendo miedo. El único tratamiento que funciona con los miedos es la exposición. Cuando te acostumbras llega un momento en el que ya no le temes. Eso es muy difícil con una enfermedad, porque igual te exponen a ella una vez y acaba contigo. Miedo del coronavirus… Pues un poco tenemos que tener para espabilar y adoptar las conductas que nos recomiendan. Un poco. Si tenemos demasiado es cuando comenzamos a vaciar los supermercados y a pelearnos con la gente por una garrafa de agua…
El miedo colectivo, de comunidad, ¿funcionan igual que el individual?
El miedo se contagia. Si yo no tenía miedo a una cosa pero estoy rodeado de gente que sí la teme llegará un momento en que yo también se lo tendré. Así funcionan las sociedades. Una sociedad es una suma de individuos y las interacciones entre ellos. La tecnología hace que cierta información se pueda transmitir más rápido. Si hace siglos un grupo de gente temía a un animal, es posible que las personas que estaban a un kilómetro de distancia no le tuvieran miedo. Pero ahora ni uno ni cien ni mil kilómetros de distancia evitan a las redes sociales. Son muy buenas para transmitir información, pero son igual de buenas para transmitir mala información. Estás mirando Facebook y sólo ves fotos de gente comprando en el súper, a todos tus vecinos, así que piensas: «Debería hacer lo mismo». Lo que pasa es que el que no ha ido a comprar al supermercado no ha colgado la foto.
Y el que ha ido y lo ha encontrado normal, tampoco.
Exactamente. Y el que va dentro de tres días y ve que lo han repuesto todo y que no hay problemas, porque las mercancías no nos las vamos a acabar por mucho que nos pongamos, tampoco. Habrá días en que todo el mundo dirá que es muy grave, que el súper no tiene agua y lo lógico es pensar que como se ha acabado el agua debe pasar algo muy importante. Pero es al revés: como hemos hecho la película muy grande hemos ido a vaciar los supermercados.
¿En estado de pánico es más complicado razonar?
Te he dicho que se puede combatir el miedo con información, pero me he equivocado: se combate con buena información. Lo importante es tener la información adecuada, buena. Estamos en un momento de intoxicación, demasiada información que nos intoxica. La buena está ahí, pero mezclada con muchísima mala información, y no nos acaba de llegar. Hay que eliminar la mala para que se vea mejor la buena.
¿Por qué se tiende más a creer la información mala?
Así es. Es un auténtico problema y la única solución es la educación. Debemos educar a nuestros hijos para que tengan espíritu crítico. Ha habido un exceso de información con una población que no estaba educada para separar la buena de la mala. Ese exceso no lo pararemos, irá a más, pero sí podemos educar a nuestros niños para que no se crean un vídeo de YouTube de un cantante que habla del coronavirus en vez del de un médico colgado en una web oficial. Ahora buena parte de la población ve el vídeo del médico, pero también el del cantante. Y se los cree igual. Nuestros padres pensaban que si salía en el diario era verdad y nuestros hijos piensan que si está en internet es verdad. Pues no. Cualquiera puede escribir en internet. Mi obsesión con los alumnos es que sean críticos.
¿Ese miedo comunitario es más complicado de desmontar?
Es un miedo multiplicado exponencialmente. Quitarle un miedo a una persona puede ser relativamente fácil. En un grupo muy grande, una sociedad, es mucho más complicado. No hay ninguna manera probada de hacerlo más allá de la buena información y dejarse guiar por las cosas contrastadas. Hacía mucho tiempo que no escuchaba en la tele cosas como las de estos días: el presidente del gobierno diciendo que nos tenemos que fiar de lo que dicen los científicos, las autoridades sanitarias, los expertos en Covid-19… No quiero decir que el miedo al coronavirus sea infundado, al revés. Debemos tener miedo y debemos poner en marcha las conductas que nos recomiendan los científicos para parar el contagio y la propagación del virus. Debemos tener un poco de miedo.
¿Estamos viviendo un efecto masa pero en vez de relacionado con la violencia, como en algunas manifestaciones, con el miedo?
Sí. Son comportamientos contagiados. Hago lo que veo que hacen los demás. Eso forma parte del ser humano, la tendencia a imitar. Gracias a dios tenemos esa tendencia. Los niños lo suyo es que imiten a los padres, a personas de referencia, pero el efecto colateral de la tendencia a imitar es que imitamos cosas que no deberíamos.
En Harry Potter se habla del miedo a tener miedo.
Sí, de hecho la agorafobia la tenemos asociada al miedo a los espacios abiertos. Es lo que hemos visto en películas, pero la característica básica, en realidad, de la agorafobia es el miedo al miedo. Como tengo miedo a pasar miedo en un determinado sitio, dejo de ir. Como tengo miedo de tener miedo en otro sitio, tampoco voy. Al final llega un momento en que sólo estoy bien en casa. Dejo de ir a los sitios por si me pasa alguna cosa o si me da un ataque de pánico. Este miedo al miedo es algo que está descrito hace mucho tiempo.
¿La gente es consciente de que actúa así por miedo? ¿Que no es normal?
Podría pasar, pero creo que hay gente que ve que está haciendo algo extraño, fuera de lo habitual. Pero no lo conceptualiza como que tiene miedo, cree que lo hace para estar seguro, para salvarse. Si me embiste un camión mientras cruzo una carretera no diré que he saltado por miedo, sino para salvarme. Pero en realidad lo que me ha empujado es el miedo a que me pase algo. Puede haber gente que te razone lo que está haciendo y te justifique que está haciendo lo que toca. Hay gente que tiene miedo a volar y te dice: «¿Cómo quieres que no tenga miedo si los aviones se caen, si estamos volando y no hemos nacido para volar?». Eso me lo han dicho pacientes. Les dices que hace mucho que vuelan, la física, cómo lo consiguen… Pero no. Ellos justifican su miedo. Lo razonan.
Arrasamos los supermercados, pero también hay mucho humor. ¿Cuál sería el comportamiento adecuado?
Lo ideal sería que tuviéramos más miedo, pero que nos llevara a comportamientos más eficaces. El suficiente miedo como para pegar ese salto con el que te subes a un árbol cuando te persigue un perro y que, en condiciones normales, no darías. Como comunidad global deberíamos tener suficiente miedo como para tener comportamientos que no hacemos y que nos ayudan. Estar quince días en casa intentando no salir es algo que le costará a mucha gente, pero aunque sea sólo por miedo debe ser capaz de reducir su ritmo de vida ya que, según los científicos, es la única forma de parar el avance del virus. ¡Ojalá el miedo hiciera que tuviéramos comportamientos saludables! Lo suyo es que te dé mucho miedo pero que no te paralice. El miedo no nos debe conducir a arramblar con las garrafas de agua de los supermercados sino hacer que aprovechemos estos 15 días para hacer más vida de familia, estar más en casa y disfrutar de eso sin agobiarnos. Si esto es a lo que nos lleva el miedo… ¡Qué miedo más bueno!
¿Eso es más difícil si en una comunidad no hay un líder?
No creo en los líderes. Si veo que mis amigos, mis personas de referencia, se quedan en casa esas dos semanas con tranquilidad, probablemente me costará menos a mí. Si veo que mis compañeros todos van a trabajar y salen, en cambio, me costará más ir a contracorriente. Más que un líder que adoctrine creo en coger a las personas adecuadas como referencia. Y hay que saber que tú también eres potencialmente imitable. Si haces lo que toca, probablemente tu vecino también lo haga. Si tenemos esa concepción de colaboración y cooperación no importa si hay un líder . El ser humano tiene más tendencia a imitar a quienes están a su alrededor que a un líder. Creo
O sea, que si cogemos tres paquetes de papel higiénico, el de al lado cogerá cuatro.
Exacto. Se trata de coger lo que necesites porque estoy seguro de que en unos días volverá a haber. No nos vamos a acabar el papel higiénico del mundo. Es imposible. Nos acabaremos el que hay en la tienda, donde en unos días habrá más. Y si no lo hay en este súper, lo habrá en otro. Lo que no tiene sentido es que en una situación de emergencia sanitaria se esté recomendando a la gente que no vaya a aglomeraciones y que nos vayamos todos a un supermercado a pegarnos golpes para conseguir algo.