La economía no puede “demarcarse” únicamente entre empresarios y trabajadores; productores y consumidores; como si fueran grupos con características mutuamente excluyentes.
Así lo considera el empresario e ingeniero industrial Adolfo Pérez, experto en política de desarrollo e innovación, quien afirma que la digitalización, la innovación y el uso de nuevas tecnologías son claves de la resiliencia en tiempos de coronavirus.
“Necesitamos vacunar nuestro aparato productivo completo para que sea inmune a los eventos como esta pandemia. Esto nos servirá de experiencia también para lidiar con los desastres naturales posibles por nuestra ubicación geográfica, así como producto de otros factores que no controlamos como el cambio climático”, afirmó el también vicepresidente nacional del Partido Revolucionario Moderno (PRM), quien ofreció una entrevista a elDinero para exponer sobre su experiencia como experto en desarrollo industrial.
¿Cuál es su valoración de la situación actual del país a propósito del covid-19?
Un escenario sin precedentes. Hace 100 años había ocurrido la pandemia global más amenazante; hoy lo volvemos a vivir, con el covid-19, aunque en teoría no es tan letal como otros virus, sí es altamente contagioso, por lo que compromete la salud de los dominicanos, el sistema de atención y el margen de maniobra para reactivar la economía. Eso nos mueve a ser creativos, precavidos en el tema sanitario, pero audaces al mismo tiempo, sobre todo por la naturaleza económica del país, dependiente del turismo externo, de las remesas, que a su vez dependen de la economía de nuestros compatriotas en otros países, y del comportamiento del precio del oro en el mercado internacional.
¿Cómo ve este contexto sanitario para República Dominicana?
Al igual que todos los países del mundo, República Dominicana atraviesa la embestida sanitaria y económica provocada por la pandemia del Covid-19. El gran confinamiento desaceleró nuestra economía. Al mismo tiempo que se desaceleraban las economías de los demás países. La crisis sanitaria reveló las graves deficiencias de nuestro sistema de salud. Nos encontró muy mal preparados para enfrentar la pandemia. Las acciones públicas se tomaron de manera reactiva y de forma improvisada. El turismo y las actividades económicas insignes de nuestro país se han visto paralizados.
¿Qué se puede prever para el mediano plazo?
Esto se traducirá en una crisis económica y social, en medio de un ambiente de incertidumbre. Ojo, no es riesgo, es incertidumbre; nadie sabe cómo esto terminará ni cuál será su saldo final. Además, la pandemia surgió sobre un panorama de incertidumbre producto de las elecciones municipales fallidas de febrero de 2020. Colapsó el voto automatizado. Hemos invertido y desperdiciado miles de millones de pesos en las elecciones generales de 2020. La crisis sanitaria y económica se mezcló con la crisis política generando mucha incertidumbre. Tendremos prácticamente seis meses de esta suerte de “España boba”. Nada de esto es bueno para la economía.
¿Cómo ve usted al país en materia de política comercial e industrial?
Veo que existe potencial, ambición y preparación de parte del capital humano de nuestros profesionales, pero no veo una hoja de ruta clara de parte de las autoridades; ni planificación, ni estrategia, ni inversión o apoyo en el emprendimiento. En materia comercial e industrial, hace falta una visión renovada del escenario global, amparada en la anticipación a los desafíos, pero sobre todo a las oportunidades que esta crisis puede proporcionarnos. El covid-19 ha desnudado las debilidades institucionales, el apego a la burocracia, y la ausencia de políticas públicas que reactiven la economía, la abran a nuevos negocios y diversifiquen la cartera comercial e industrial de República Dominicana, a lo interno y de cara al mercado internacional. Hoy estamos varados. Hay muchos factores que lo explican, como la corrupción administrativa, los niveles de desigualdad inducida, la burocracia, la incompetencia, los tributos absurdos, y las profusas regulaciones costosas, que han servido de trabas para el buen funcionamiento de la economía.
¿Cuáles son sus sugerencias fundamentales para lograr que retorne el dinamismo a la economía dominicana luego del covid-19?
He escrito largo sobre este tema. De nada nos sirve tener un “Ferrari” si no usamos todos esos caballos de fuerza. No podemos seguir desperdiciando potencial productivo. Por eso, he propuesto reenfocar los modelos de negocio y las políticas públicas de fomento de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) para que puedan sobrevivir distintos tipos de desafíos. El nuevo emprendimiento deber ser multicolor. Debe ser verde: sostenible y equilibrado con el medioambiente. Rosa: priorizando los emprendimientos y la independencia económica de las mujeres y grupos más vulnerables. Naranja: vinculado con la innovación, la creatividad y la tecnología. Y blanco: libre de corrupción, informalidad, evasión tributaria y previsional. También, se debe fomentar la tecnología; dar garantías mobiliarias y acceso al crédito. Trabajar con las cooperativas, ya que las iniciativas económicas populares son esenciales para el desarrollo del país. La economía no puede demarcarse únicamente entre empresarios y trabajadores; productores y consumidores; como si fueran grupos con características mutuamente excluyentes. Por igual, está el maridaje entre comercio, tecnología y digitalización. Necesitamos fomentar micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) que se dediquen a la innovación y a las nuevas tecnologías.
¿Qué propone en favor de este sector tan fundamental para la economía?
Ya no se trata de hablar de Mipymes, sino de Mipymtech. Eso nos ayudará a construir un ecosistema orientado a la provisión ininterrumpida de servicios que resista pandemias y otros eventos adversos de alto impacto. Otro aspecto es recuperar todas las formas organizativas de la economía capitalista. El capitalismo no es sólo para quienes tienen capital. También hay espacio para las iniciativas económicas colectivas. Las cooperativas necesitan mayor apoyo porque ayudarán a las personas a acceder al capital y a recibirlos productos y servicios que requieren.
¿Cómo y por qué confiar en la recuperación de la economía dominicana, pues no sólo se trata de la pandemia, sino que el déficit fiscal terminará este año sobre el 5% y la deuda ya supera el 50% del PIB?
Antes de concretar debemos creer, eso es fundamental en todo desafío. Pero esa convicción no puede estar atada a fantasías o quimeras imposibles de alcanzar, sino a los datos, puros y duros, y una planificación responsable, cuya hoja de ruta se determina por el diagnóstico de la situación en la que estamos, desafiante por los efectos del covid-19; por los grandes retos, entre los cuales, debemos enfocar nuestra atención en los que están al alcance de la mano, es decir, en aquellos puntos problemáticos en los que podamos intervenir; y luego por las estrategias de respuesta a cada ámbito identificado con esas características. Aquí, durante muchos años, ha reinado todo menos la altura de mira, la transparencia y la debida planificación estratégica, considerando nuestras fortalezas y oportunidades de mejora.
¿Cómo ubica usted el gasto público en el desarrollo?
Se hace urgente revisar el gasto público. Es lo que hará el presidente Luis Abinader. Se acaba el derroche, la corrupción, la burocracia y la carga impositiva estéril. Eso nos proporcionará un margen de maniobra para salir de la crisis y retomar el crecimiento económico, pero un crecimiento que se refleje en la calidad de vida de los dominicanos, porque si no, carece de sentido. Es como tener números positivos en lo macroeconómico, pero “quemarnos” en desarrollo humano. Tenemos la posibilidad de recuperarnos, recuperando la salud fiscal y manteniendo un manejo sostenible de la deuda pública. Hay factores que son inconmensurables todavía, como cuándo surgirá una vacuna, si habrá rebrotes o cómo será la recuperación del turismo.
¿Qué esperar del tiempo de recuperación?
Tenemos el potencial de recuperarnos. Incluso los pronósticos de los organismos financieros internacionales reconocen que nuestros factores económicos fundamentales nos ayudarán a absorber mejor la embestida. Yo estoy confiado y optimista de que con nuestro equipo de gestión capacitado y sin mañas, bajo la dirección de nuestro capitán, recuperaremos el curso del crecimiento a un ritmo más acelerado que otros países.
¿Cuáles sectores y por qué deben ser impulsados con mayor rapidez para salir adelante?
Hay que identificar los sectores más resilientes para que sean los resortes del rebote económico. Hay algunos que tienen vocación natural, como el turismo. Pero también presentan nubarrones de incertidumbre en el horizonte porque dependen de factores exógenos que no controlamos. Nosotros podemos reabrir mañana, y estar listos para recibir turistas. Pero no sabemos si los turistas que recibimos usualmente estarán en condiciones de venir. A nivel local, el comercio y la industria son pilares para abastecer la demanda del mercado local, pero también con vocación exportadora. Las Mipymes necesitan atención especial. Por eso el acceso al crédito y a la inversión debe priorizarse para las Mipymes viables. Pero la reactivación de las Mipymes no puede orientarse únicamente en base a endeudamiento privado puro. Por eso propongo que se cree un fondo de garantías, pero que además de extender crédito, también se invierta en el capital de las empresas con los modelos de negocios más prometedores, de manera que exista un fomento directo a través de la inyección de capital.
¿Cuáles son sus proyecciones más optimistas respecto a las principales variables macroeconómicas, tales como IPC, tasa de cambio, tasa de interés, exportaciones y otras que inciden la respuesta de la economía?
El crecimiento cero es nuestro escenario más optimista. Si nuestra economía se contrae entonces lo hará en menor grado que otros países, lo cual es un resquicio de esperanza. El gran confinamiento no ejerció mucha presión sobre los niveles de los precios de la economía. La caída de la demanda agregada durante ese tiempo se reflejó en el IPC. Pero eso no significa estabilidad de precios, porque la tasa de cambio es la otra cara de esa moneda. La devaluación del peso dominicano con relación al dólar de Estados Unidos se ha acelerado. Eso nos afecta porque ejerce presión sobre los consumos y sobre la producción. Yo anticipo que la estabilidad política que se proyecta a partir del nuevo gobierno que tomará posesión en agosto ayudará a recuperar la estabilidad del peso frente al dólar. Creo por igual que en el corto y mediano plazo, las tasas de interés se mantendrán reducidas para estimular la economía, en sintonía con la tasa de política monetaria del Banco Central. En los próximos meses será necesario estimular el crédito. Por eso abundará el crédito barato.
¿Qué sugiere usted para lograr un aparato productivo resiliente y más competitivo tomando en cuenta que el país tiene competidores importantes en la región?
La digitalización, la innovación y el uso de nuevas tecnologías son las claves de la resiliencia. Necesitamos vacunar nuestro aparato productivo completo para que sea inmune a los eventos como esta pandemia. Esto nos servirá de experiencia también para lidiar con los desastres naturales posibles por nuestra ubicación geográfica – así como producto de otros factores que no controlamos- como el cambio climático. La tecnología también tiene potencial de ayudar en el plano sanitario y logístico. Los países que mejor se recuperen serán aquellos que tenga mayor control de los rebrotes y las posteriores olas de contagio. Solo hay que ver la experiencia de jurisdicciones como Singapur, Japón, Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán, entre otros, que habían estado expuestos a otros coronavirus recientemente. Para esto la tecnología será determinante. Hay países que tienen aplicaciones (APP) de rastreo de contacto y otras tecnologías aplicadas para navegar a través de la incertidumbre generada por la forma que tendrá la curva epidemiológica en los próximos dos años. Este tipo de soluciones tecnológicas deben escalarse para el sector turístico y comercial.