Cuando una conocida empresa de productos para el afeitado decidió rebajar el precio de sus maquinillas de afeitar para volverlas más accesibles y así impulsar su venta, que hasta el momento eran meros recambios, sus dueños tal vez no eran conscientes de la trascendencia de su innovación. Su modelo ha pasado a ser estudiado por sucesivas promociones de las escuelas de negocios y su decisión transformó los hábitos de millones de personas. A veces las ideas brillantes generan profundos cambios pero en otras ocasiones son los cambios disruptivos los que impulsan las innovaciones más transformadoras.
La crisis provocada por la covid-19 no tiene precedentes y va a causar estragos en todo el mundo perjudicando en mayor medida a los más vulnerables. Son necesarios nuevos enfoques para ver oportunidades que permitan llegar a más personas y generar prosperidad, algo que va un paso más allá de sacar a la gente de la pobreza. Si la innovación era fundamental antes de la pandemia, ahora lo es todavía más.
Estamos convencidos (en el BID Lab del Banco Interamericano de Desarrollo) que la innovación es una herramienta poderosísima para brindar oportunidades sin precedentes a poblaciones en situación vulnerable y conseguir un crecimiento más inclusivo. Es necesario aportar una nueva mirada, combinando perspectivas que antes no se encontraban, y fomentar emprendimientos que se conviertan en instrumentos para innovar centrándonos en las personas.
Pero no todas las innovaciones son iguales. La situación actual requiere que creen mercado, que generen empleo y que permitan el desarrollo. Hay que vincular a los inversores que no saben hacia donde orientar sus capitales con aquellos emprendimientos que beneficien a muchos y crean valor añadido para todos. Junto a ello, hay que continuar sistematizando y difundiendo conocimiento que permita conectar ideas para impulsar un desarrollo colaborativo y generar un impacto multiplicador.
Las nuevas tecnologías han demostrado su capacidad para ofrecer nuevos servicios adaptados a necesidades específicas, y a partir de la crisis del coronavirus las plataformas digitales han lanzado numerosas iniciativas para aliviar el impacto de la pandemia entre sus usuarios. Las plataformas se han esforzado en poner en marcha medidas de apoyo a la población general, tanto a título privado como en colaboración con el sector público, demostrando su disposición y agilidad para adaptarse a las necesidades de los entornos donde operan.
Esta pandemia nos ha permitido descubrir en un tiempo récord que las cosas pueden funcionar de otra manera
Una reciente publicación ha analizado el comportamiento de la economía de las plataformas ante la crisis sanitaria, en particular durante las primeras etapas de confinamiento, y ha mostrado su alta capacidad de reacción y de innovación. En la totalidad de los casos analizados, las plataformas consiguieron adaptar sus modelos de negocios y operaciones y fueron capaces de diseñar acciones para apoyar la gestión de la crisis sanitaria por las autoridades públicas.
Los ejemplos los estamos viendo a diario en nuestra vida cotidiana: Apps de mensajería que acercan productos de primera necesidad, como alimentos o medicinas, durante el confinamiento; plataformas de transporte o de alojamiento temporal que ofrecen estancias o viajes gratuitos al personal sanitario, y otras que refuerzan los sistemas de atención ciudadana en un escenario donde hay un exceso de demanda y se requiere una respuesta inmediata.
Esta pandemia nos ha permitido descubrir en un tiempo récord que las cosas pueden funcionar de otra manera. De la misma manera que el teletrabajo y las videoconferencias entraron intempestivamente en nuestras vidas cotidianas, las entregas de medicinas y de alimentos a domicilio se volvieron para muchos una necesidad. Junto a ello, los pagos con tarjeta y por canales digitales se tornaron una exigencia habitual para evitar contagios, pasándose en muy poco tiempo de usar dinero a los pagos digitales allí donde se podía. Sin embargo, no todos han tenido acceso a estos servicios de la misma manera y una vez más las brechas económicas, educativas y digitales, entre otras, han impedido un avance uniforme.
La crisis sanitaria ha aumentado los niveles de vulnerabilidad de los trabajadores de las plataformas poniendo en evidencia la ausencia de coberturas para riesgos laborales, enfermedades o desempleo. Durante las etapas de confinamiento, en particular, muchos de ellos se vieron imposibilitados para realizar su trabajo lo que contrajo o anuló sus ingresos. Y aquellos que por prestar servicios esenciales podían continuar trabajando se vieron forzados, en muchos casos, a asumir los costes de dotarse de los equipos necesarios para evitar contagios, como mascarillas, guantes o geles desinfectantes. Todo ello hace que contar con una regulación adecuada a la economía de las plataformas se haya vuelto imperioso.
La pandemia que estamos viviendo ha demostrado la capacidad de nuestros emprendedores para adaptarse a las nuevas necesidades y el tremendo poder de las ideas innovadoras para llegar a quienes lo necesitan, pero tenemos que seguir trabajando para atajar las barreras existentes que impiden su avance. Necesitamos adoptar nuevos enfoques para innovar creando mercado, generando efectos multiplicadores que permitan no solo aliviar la pobreza sino crear sociedades más prósperas.
Irene Arias Hofman es CEO de BID Lab.