Eduardo Sanz Lovatón
Santo Domingo, RD
Sábado en la tarde. Llegamos caminando. El sol honraba nuestro origen caribeño. Las amigas y amigos del barrio mejoramiento social nos abrían los ojos sorprendidos. En medio del tumulto de gente, buscaba a Santiago Matías y a su amigo, el artista Bulova. Ellos, junto a otros amigos empresarios, nos habían ayudado a generar el empuje en el sector privado para comenzar a remozar y recuperar un grupo de instalaciones deportivas en todo el gran Santo Domingo. Esta era la primera.
Espero que Dios y los esfuerzos filantrópicos de los más aventajados de la sociedad dominicana, nos permitan decir, en poco tiempo, que Villa María fue la primera de decenas de instalaciones recuperadas, remozadas y hechas desde cero, que le abrieron las puertas a jovencitas y jovencitos dominicanos, al increíble mundo del deporte.
Soñemos juntos con que estas instalaciones sean el preludio de los próximos “Chris Duarte”, Nelson Cruz, Moisés Alou, (Reinas del Caribe), para, así, continuar la narrativa de que nuestra media isla, es la madre de hijos e hijas con el corazón caliente y la mente serena que conquistan el mundo.
Desde que Luis Abinader es presidente de este país, la esperanza juega un rol central en la vida de los dominicanos. Ya sea la pandemia, la guerra en Ucrania, la crisis internacional de precios, la situación haitiana, cualquier eventualidad, estamos aquí, hoy, mejor que ayer, y dispuestos a hacer lo que toque para que el sueño dominicano, lejos de desaparecer, se imponga como ejemplo del triunfo en toda Latinoamérica.
Yo que me honro en llamar a Luis: amigo, y tenerlo como jefe superior jerárquico, hoy, que sé de sus desvelos y de sus llamadas de madrugadas detrás del monto de las recaudaciones o para despachar un camión de los bomberos de cualquier parte de nuestra geografía, me llena de orgullo. Sé que ese esfuerzo poco a poco, y sin que muchos se den cuenta, va calando en los corazones de la gente de a pie. Desde Montecristi hasta Punta Cana y desde Samaná hasta Pedernales, para convencer a la mayoría de que podemos, de que debemos, y de que vamos a lograr una República Dominicana digna de nuestros héroes del pasado y digna de los hijos de nuestros hijos.
Esos niños de Villa María, me decían con sus miradas sorprendidas, que se puede creer en que los más aventajados, pueden empujar a los que vienen detrás. Las alianzas entre lo público y lo privado, entre los que por la fuerza de su trabajo o de la innovación, han acumulado grandes riquezas, y aquellos que por una u otra razón todavía muerden con pena la derrota, puede construir un puente hacia el progreso de la gran mayoría de los dominicanos.
Esta pequeña cancha de voleibol y basquetbol que entregamos el sábado, 18 de marzo, es un lindo ejemplo de lo que podemos lograr sin hacer uso del presupuesto público, puesto que en la misma, no se invirtió un centavo del Estado dominicano, para darnos las manos unos con otros, pues como decía JFK al asumir la presidencia en 1961: “Las sociedades que no protegen a sus muchos pobres, jamás podrán cuidar a sus pocos ricos”. La visión de Luis Abinader es la de poner a lo más avanzados de la sociedad dominicana, a trabajar para promover a los más necesitados, logrando, así, que todos empujemos juntos.
Los cínicos dudarán, la oposición se opondrá, algunos resentidos insultarán, sin embargo, estamos confiados que el rostro de la historia nos sonríe con picardía, pues sabe que quizás en 40 o 50 años tendremos que aplaudir lo que hoy hacemos. En manos de Dios y sin ningún miedo, ¡vamos!