FAO recomienda «cosechar la lluvia» y plantar árboles para enfrentar la sequía

Pequeños cambios generan grandes resultados: un nuevo estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) analizó buenas prácticas para enfrentar desastres naturales en Bolivia, Colombia, Haití, Guyana y Jamaica, y siete otros países del mundo.

Cosecha de lluvias en Jamaica, árboles como barreras ante los huracanes de Haití y el uso de corrales mejorados para proteger a las alpacas del frío altiplánico, son algunas de las prácticas incluidas en el libro Reducción del riesgo de desastres a nivel de explotación: beneficios múltiples, sin arrepentimientos.

El estudio analizó más de 900 fincas en 10 países del mundo y demostró que –en promedio– las prácticas mejoradas generaron beneficios 2.2 veces mayores que las utilizadas anteriormente, incluyendo aumentos en la producción y una reducción de los daños y pérdidas debido a desastres.

Se trata de soluciones que no requieren inversiones sustanciales, por lo que están al alcance de los agricultores de pequeña escala.

“El estudio no sólo demuestra que la prevención es rentable, sino que también resalta el importante papel que pueden desempeñar intervenciones de pequeña escala a nivel de las granjas para aumentar la resiliencia de los medios de vida y promover el desarrollo sostenible”, explicó Anna Ricoy, Coordinadora de Gestión de Riesgos de Desastres de la FAO.
 
Bolivia: árboles para el ganado
El Chaco, en el sudeste de Bolivia, es una zona de llanuras áridas donde el ganado debe enfrentar vientos helados, súbitas inundaciones y prolongadas sequías que causaban la muerte de los animales. ¿La solución? Árboles.

Con el apoyo de la FAO, ganaderos de El Chaco introdujeron árboles en sus terrenos. Estos no sólo proveyeron forraje para el ganado, sino que se convirtieron en una protección natural contra los elementos, abonando el terreno con sus hojas y mejorando la salud del suelo con sus raíces.

Estos sistemas silvopastoriles produjeron un incremento de 109 % en el beneficio neto de las granjas que los implementaron, en comparación a las que mantuvieron sus técnicas anteriores. Además permiten capturar carbono y garantizar un mayor crecimiento del pasto que requiere el ganado.
 
Jamaica: cosechar la lluvia
El sur de St. Elizabeth es un municipio agrícola altamente productivo de Jamaica que sufre temporadas secas, sequías prolongadas y altas temperaturas durante el verano.
 
La mayoría de sus agricultores compran agua de riego, pero su disponibilidad es escasa durante la sequía. La solución que estudió la FAO fue la introducción de un sistema de cosecha (captación) de agua de lluvia.

El sistema consistió en cuencas de captación ubicadas en los techos, un tanque de almacenamiento de plástico de mil galones y un sistema de riego de goteo por gravedad.

Esta práctica fortaleció la resiliencia de los agricultores frente a las sequías, permitiéndoles producir cultivos durante la estación seca, prolongar el ciclo de cada cosecha y generar ingresos adicionales. Ese sencillo cambio produjo un aumento de 131 % en el valor neto de la producción de tomate, y un aumento de 29 % en la producción de pimiento dulce.
 
Haití: arvejas frente a un huracán
Las arvejas son uno de los cultivos de subsistencia más importantes en las comunas de Bainet y Grand Goave, en Haití, ya que tienen dos temporadas de crecimiento por año. Pero estos pequeños vegetales y los agricultores que los cultivan deben enfrentar una amenaza significativa: los huracanes.

Una forma de mitigar su impacto en los cultivos consiste en plantar barreras vivas: setos, árboles y una variedad de pastos muy altos (hierba de elefante), que otorgan protección natural y estabilizan el suelo.

En algunas fincas, estas “barreras vivas” fueron combinadas con agricultura de conservación y técnicas agroforestales para mejorar la calidad del suelo, reducir la pérdida de agua por evapotranspiración y escorrentía, y mejorar la infiltración de agua.

La combinación de estas técnicas permitió a los agricultores aumentar el valor neto de su producción en 110% durante años sin desastres naturales, pero también tuvieron efectos –menores, pero significativos– en los años en que sí hubo huracanes: en las fincas afectadas por el huracán Matthew (2016), los beneficios netos del cultivo de arvejas fueron 52 % más altos que los de las parcelas que mantuvieron prácticas utilizadas anteriormente por los agricultores.

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