Cuando Jean Carlos Núñez y José Miguel Guerrero iniciaron los trámites para registrar en la Oficina Nacional de la Propiedad Industrial el nombre de la cuenta de Twitter que el primero de ellos había abierto en el 2011 para compartir sus experiencias gastronómicas se encontraron con un pequeño inconveniente: el nombre, DóndeComerRD, ya estaba registrado. No obstante, su propósito de convertir lo que comenzó como una simple afición en un proyecto más serio no se detuvo. Ocurrió lo contrario. Aquel escollo dio paso al surgimiento de una de las marcas más reconocidas entre los foodies dominicanos: Bocao.
Corrían los días en que las visitas a los restaurantes todavía estaban reservadas para ocasiones especiales y no existía el boom gastronómico actual, pero Núñez y Guerrero, que estudiaron juntos desde el colegio y se formaron en el área de mercadeo, abandonaron su trabajo en una empresa de telecomunicaciones para lanzarse a esta aventura. Creían en la oportunidad que tenían ante ellos.
Siete años después de aquel salto al vacío los logros están a la vista. Y no se trata solo de sus miles de seguidores en las redes sociales o de su nivel de influencia (Bocao ocupó el primer lugar entre las cuentas de foodies más efectivas en Instagram según el ranking InstaEngagement 2019, difundido en abril por Engage Burson-Marsteller). No son pocos los usuarios que toman en cuenta sus recomendaciones o que les comparten sus descubrimientos en el ámbito del buen comer. ¿La guinda del pastel? La octava edición de su evento estrella, el Bocao Food Fest, convocó en julio a miles de personas en el malecón de Santo Domingo, escenario al que llegó por segundo año.
“Emprender Bocao fue la mejor decisión que hemos tomado en nuestra vida”, asegura Guerrero desde la oficina donde trabaja su equipo creativo en el Distrito Nacional.
Muchos usuarios creían que detrás de esta guía de restaurantes se encontraba una sola persona. Y esa, de hecho, era la idea. En lugar de convertirse en figuras públicas, sus creadores concibieron un personaje. Se imaginaron a un joven jovial, ocurrente y a la vanguardia, a un consumidor inteligente que no buscara el restaurante más caro, sino la mejor comida. Por eso este personaje habla tanto de un local ubicado en el centro del Distrito Nacional como de un food truck establecido en un parqueo o de un pica pollo en Los Mina.
Su lema (“Como, bebo, vivo y lo comparto”) refleja la mecánica detrás de este trabajo y que, según Guerrero, sigue siendo básicamente la misma que al principio. Consiste en visitar negocios de comida y bebida para luego compartir la experiencia con los usuarios.
“Por eso -asegura- no trabajamos con restaurantes, porque queremos tener la libertad de decirle a la gente tal cual es la experiencia”.
Aunque en ocasiones los restauranteros quieren exonerarles la cuenta o se esmeran en atenderlos cuando los reconocen, los jóvenes tienen destinado un presupuesto para pagar sus gastos (si en estos días te topas en las redes sociales de Bocao con una foto de cereal con leche y la etiqueta #Bocaosequedatrancao, probablemente se deba a que en una salida reciente se excedieron en el gasto).
Claro que la experiencia en un restaurante no siempre resulta positiva. En esos casos, la solución consiste en hacer sugerencias de mejora o, sencillamente, no publicar reseña alguna. La sensibilidad a la crítica, así como el deseo de aportar en vez de dañar, terminaron por imponerles un estilo más moderado.
“No necesariamente tienes que hablar mal de un sitio para que te crean.Aquí se está haciendo un muy buen trabajo gastronómico”.
Panorama local
Núñez y Guerrero, de 31 y 32 años, respectivamente, no son ni gastrónomos ni cocineros. “Nosotros hemos aprendido comiendo y bebiendo”, dice el segundo, convencido de que no se necesita pasar por una academia de cocina para saber si un plato está salado, dulce, crudo, quemado… El paladar cambia, se educa, y una actitud abierta constituye una de las mejores herramientas de trabajo para un foodie.
Siete años de probar variadas propuestas en el país (en especial en Santo Domingo, donde se encuentra la mayor y más diversa oferta culinaria, pues en las provincias aún hay “oportunidades de mejorar”) y distintas ciudades del mundo le dan a Bocao una visión amplia de la escena gastronómica local.
Con más gente deseosa de salir a comer y más conectada con lo que sucede en el resto del mundo, dice Guerrero, los restaurantes se han visto compelidos a mejorar su oferta.
“Nosotros empezamos a sentir ya ese upgrade de cultura de apertura gastronómica en nuestro festival. La gente quiere dejarse sorprender. Comer para llenar mi barriga es algo que yo hago en mi casa, pero cuando yo salgo y decido invertir tiempo y dinero es porque quiero que tú me sorprendas a nivel de gastronomía, de servicio, de experiencia”.
Eso, precisamente, es lo que buscan quienes pagan -y mucho- por participar en las cenas ofrecidas en el país por chefs internacionales. Este tipo de eventos se ha vuelto más frecuente y ha permitido a los dominicanos disfrutar las creaciones de renombrados cocineros.
Lo malo, según Guerrero, es que estos chefs no tienen tiempo de “conectarse con los productos locales” y, a partir de estos, “crear un plato que te sorprenda”. ¿Lo bueno? Quienes los invitan están ayudando a poner al país en el mapa gastronómico mundial.
En este punto, y a través del Bocao Food Fest, Bocao también quiere hacer su contribución. “Nuestro sueño es que los aeropuertos se llenen de gente cuando tengamos el festival” .
Inspiración.
El Bocao Food Fest nació en el 2015 inspirado en el Smorgasburg, un espacio en Brooklyn que cada fin de semana congrega a miles de personas que acuden a degustar decenas de propuestas culinarias al aire libre.
Novedad.
La evolución no se detiene, por eso este año se lanzó su nueva plataforma de experiencias gastronómicas. Como parte de este proyecto grupos pequeños pueden disfrutar de encuentros y recorridos que incluyen música y comida.