La Navidad más sombría que recuerda EE.UU. se vivió ayer con una capa adicional de incertidumbre sobre el paquete de ayuda para el Covid , que tiene pendiente a millones de ciudadanos y compañías del país.
Donald Trump tenía ayer en su poder la ley que incluye el paquete de ayuda acordado por el Congreso, tras meses de negociaciones entre demócratas y republicanos, para estampar su firma. Se la envió el Congreso el día de Nochebuena a su residencia de Mar-a-Lago , donde el presidente de EE.UU. está pasando las fiestas de fin de año.
Trump lanzó por los aires la ampliación de estas ayudas en un vídeo compartido en sus redes sociales, en el que se quejaba de que las ayudas a los estadounidenses no fueran lo suficientemente grandes, mientras que se aprobaban partidas de cooperación con países extranjeros o para la financiación de instituciones culturales.
Era un truco populista del presidente, porque el paquete del Covid no incluía esas partidas, sino que iban dentro del presupuesto federal. Para obligar a los legisladores a acordar la ayuda para el coronavirus, se decidió unirlo a la ley presupuestaria: si no había entendimiento sobre el estímulo para la pandemia, no se aprobarían las cuentas, lo que provocaría un cierre parcial del Gobierno.
El acuerdo final entre demócratas y republicanos era mucho menos cuantioso de lo que querían los primeros, pero conseguía extender, aunque fuera de forma más limitada, las ayudas. Se trata de un paquete de 900.000 millones de dólares, que incluye el envío de cheques de 600 dólares para los estadounidenses que cobran menos de 75.000 dólares al año -2.400 para una familia de cuatro- y prorroga durante once semanas los subsidios al desempleo por 300 dólares semanales. Además, incluye 330.000 millones en ayudas para pymes y diversas partidas para colegios, transporte o la campaña de vacunación contra el Covid. El paquete aprobado en primavera incluía cheques de 1.200 dólares y subsidios semanales de 600. Los demócratas buscaban al menos las mismas cantidades, pero los republicanos, menos inclinados al gasto, las negociaron a la baja.
Pero, con el acuerdo finalizado, apareció Trump y exigió cheques de 2.000 dólares. Era una decisión sorprendente, ya que su propio secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, y la mayoría de aliados republicanos en el Congreso se habían felicitado por el acuerdo. Los dos de más alto rango – Mitch McConnell , líder de la mayoría republicana en el Senado, y Kevin McCarthy, líder de la minoría en la Cámara de Representantes- fueron motores de la negociación.
Cambio de guion
Donald Trump no llegó a amenazar con el veto, pero exigió enmiendas a la ley de gasto. Si acaba por oponerse a la ley que tiene en su mesa, obligaría a los republicanos a enfrentarse al presidente, y no es el momento de provocar divisiones en el partido. En diez días, los republicanos se juegan mantener su mayoría en el Senado en la segunda vuelta para los dos escaños de Georgia, donde las cosas están empatadas.
«La mejor manera de acabar con esto es que el presidente firme la ley», defendió ayer el senador republicano Roy Blunt. «Y espero que esa sea lo que decida».
Para los demócratas, el cambio de guion imprimido por el presidente es un regalo de Navidad. Ellos han defendido cheques de la cuantía que ahora quiere Trump, y el test de lealtad que supone para los republicanos les beneficia: respalda sus exigencias de mayores estímulos y provoca una brecha en sus rivales. El lunes, los demócratas someterán a votación los cheques de 2.000 dólares para presionar a los republicanos.
Mientras continuan los juegos políticos entre el Congreso y la Casa Blanca, los estadounidenses en necesidad celebraron ayer la Navidad sin saber qué pasará con su futuro. La moratoria de desahucios expira el 31 de diciembre. Los últimos cheques con subsidios semanales al desempleo se mandarán hoy. La ronda de la semana que viene no ocurrirá si Trump no firma la ley o no se produce un nuevo acuerdo.
Fuente: ABC