Con su vivienda destartalada y severamente enfermo Ramírez no tiene que comer en Nochebuena

República Dominicana.-En este preciso momento,  muchas familias dominicanas están indecisas entre sí comer cerdo, pavo o pollo, y el tipo de dulce que pondrán en su mesa. Sin embargo, Ramírez Montero, sobreviviente de una trombosis que lo dejo incapacitado para trabajar  y con frecuentes ataques de epilepsia severa, solo aspira a tener un plato de comida, porque en su casa no tiene ni mesa.

Abandonado por su familia, enfermo y viviendo de lo que le den,  el señor Ramírez Montero pide al gobierno acudir en su ayuda.

En esta Navidad, su deseo más ferviente es que le reparen la casa, tener cena de Nochebuena y que le compren unos zapatos.

Su vida no ha vuelto a ser la misma luego de ser afectado por una trombosis el mismo día que enterraba uno de sus hijos.

A partir de ahí, la historia del intrépido electricista que luchaba por mantener a sus hijos ante cualquier desafío se ha convertido en una pesadilla.

“Estoy solo, no tengo a nadie, yo quiero que me ayuden a poder salir adelante, arreglar mi casa, tener comida, unos zapatos y que me ayuden con las medicinas”

Ramírez Montero dice que ha podido ver en las noticias como desde el Gobierno acuden en auxilio de personas desamparadas, y es por ello que pide al presidente Abinader que lo ayude a tener una vivienda más digna.

“Presidente, ayúdeme, se que usted es un hombre bueno y que le gusta ayudar, no tengo a nadie”, indica cabizbajo y con lagrimas corriendo por sus mejillas.

Agrega que los agujeros que tiene su destartalada casa le han dañado la poca ropa y ajuares que posee.

Representantes de la junta de vecinos de Rivera del Ozama piden a las autoridades acudir en auxilio de Ramírez.

“Su situación es precaria, queremos que lo ayuden, que hagan algo, nosotros tratamos de ayudarlo, pero las autoridades deben hacer algo con él, o llevarlo a un centro de salud para que lo atiendan”, sostiene, Roberto Beltré, vicepresidente de la junta de vecinos de Rivera del Ozama.

A pesar de todas s us penurias,  Ramírez no se cansa de agradecer a Dios por mantenerlo con vida y de que al usted ver este reportaje acudirá a la casa número 17 de Rivera del Ozama a dibujarle una sonrisa en su rostro, con una cena navideña y un par de zapatos nuevos.

HTML5 Icon

Entradas relacionadas